martes, 28 de julio de 2015

EL SOCIALISMO UTÓPICO DE VÍCTOR RAÚL HAYA DE LA TORRE

Víctor Raúl Haya de la Torre, uno de los pensadores políticos más importantes, originales e influyentes del siglo XX, no sólo en el Perú sino también en América Latina, fue fundador de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) durante su exilio en México en 1924. Luego, a su regreso al Perú, fundó el Partido Aprista Peruano (PAP), formando así uno de los partidos más sólidos y antiguos de nuestro país y que tiene vigencia –aunque no con el propósito e ideología originales– hasta el día de hoy.

Con el nacimiento del APRA, Haya de la Torre creyó formar una “nueva Internacional” reformista y popular, abrazando al parecer el socialismo. Pero esta Internacional nunca se constituyó del todo, pero fueron creándose otros partidos de ideología y estructura parecida en los países latinoamericanos.

Durante el oncenio de Leguía (1919-1930) no habían en el Perú las condiciones necesarias para darse los movimientos que se suscitaban en América, como la Reforma Universitaria en Argentina o la Revolución Mexicana; esta última, al parecer de Haya, había encontrado en ese país una fórmula autóctona que no copiaba los modelos europeos liberales o socialistas. Entonces funda el APRA, movimiento que se basaría en una alianza entre obreros y campesinos, es decir, la clase oprimida; pero dada su debilidad organizativa e intelectual, esta alianza debía estar dirigida por un tercer componente, la clase media, que en nuestro país y en Latinoamérica en general, formaba parte de la masa desposeída.

Es claro que Haya tuvo influencia del marxismo, de otro modo no hubiera creído en la revolución de las masas oprimidas. Pero a diferencia de los marxistas, Víctor Raúl pensaba que, si bien es cierto que en los países de notable desarrollo capitalista se podía hablar de la conformación de un partido de la clase proletaria que guiara a la revolución, ésta era imposible en países de escasa industrialización como el nuestro. Pero tampoco se trataba de que la burguesía tomara las riendas del movimiento, porque en nuestro país, semifeudal y “colonialista supérstite” -a decir de Mariátegui- esta burguesía estaba supeditada al imperialismo y no constituía una clase lo suficientemente fuerte, consolidada, dirigente, para encabezar la revolución. Entonces lo que Haya suponía que fuera lo más adecuado, sería que se conformara esa especie de alianza entre los sectores oprimidos –obreros y campesinos (estos últimos eran la gran mayoría) – y la clase media, siendo ésta la que dirija la revolución para acceder al poder y una vez allí, mediante una serie de reformas, planificaciones y política intervencionista, dirigir el desarrollo económico y promover reformas sociales, como la agraria, universitaria, salud, etc.

De ahí la divergencia de pensamiento con su viejo amigo J. C. Mariátegui, que creía en una revolución desde la masa obrera que transformaría todo el sistema político y económico; entre tanto Haya de la Torre consentía un sector dirigente dentro de las clases oprimidas que brindaría una serie de reformas y mejoras para los desposeídos. Esto nos hace ver que el líder aprista abrazaba, o por lo menos tocaba, el socialismo utópico.